Mientras que la terapia de luz roja (660 nm & 850 nm) es ampliamente elogiado por sus beneficios de bienestar, el uso inadecuado puede conducir a efectos adversos. Esto es lo que debe tener en cuenta:
La exposición directa a la luz roja o de infrarrojo cercano sin gafas protectoras puede dañar potencialmente la retina, lo que aumenta el riesgo de condiciones como la degeneración macular.
Sobreexposición o mal uso—especialmente con dispositivos de alta intensidad—puede provocar quemaduras de piel. Las personas con piel sensible son particularmente vulnerables si se ignoran las pautas de seguridad.
Algunos usuarios pueden experimentar reacciones alérgicas o una mayor sensibilidad debido a las condiciones de la piel preexistentes o la fotosensibilidad. Siempre consulte a un proveedor de atención médica.
El uso de la terapia de luz roja con demasiada frecuencia o para duraciones excesivas puede causar sequedad, enrojecimiento o irritación, y puede sobrecargar la respuesta curativa natural del cuerpo.
Los usuarios con dispositivos médicos implantados como marcapasos o desfibriladores deben consultar a su médico, ya que la terapia de luz roja puede interferir con dicho equipo.